viernes, 18 de noviembre de 2011

Un viaje al corazón del Ayurveda


Diario de un tratamiento tradicional indio.
Por Marta Montalvá

Amanece temprano en Arya Vaidya Chikitsalayam. Antes de que el reloj marque las 6.30 a.m. en Coimbatore, las primeras medicinas ya están en la habitación. Su sabor resuena a los cientos de sustancias vegetales, minerales y animales que son utilizadas según el Ayurveda para confeccionar las medicinas, cuyo proceso de elaboración puede compararse a la más refinada cocina. Laboriosas horas y abundantes cantidades de plantas son empleadas en la preparación de los aceites con los que masajean, nutren y limpian el cuerpo en las sesiones de Abhyngam, Pizhichil, Sirodhara, Navara Kizhi… que tienen lugar durante el día y a lo largo del discurrir de las cuatro semanas y media que dura el tratamiento en esta clínica de India.
Sin embargo, no estaría en lo cierto si con esto sugiriera que el Ayurveda es una medicina herbal. El tratamiento ayurvédico es de naturaleza multimodal: los doctores diagnostican e indican la toma adecuada de medicinas al mismo tiempo que invitan a regular la dieta, modificando estilos de vida de acuerdo a la constitución de cada paciente. El Ayurveda mira al ser humano desde un prisma unitario observando en él al Ser, en sus niveles de existencia física, psíquica y espiritual.

Cuando llegué traje un interesante currículum de dolores musculares, cansancio, jaquecas, dificultades de sueño y… cierta desesperación tras la búsqueda incesante de soluciones tanto en la medicina alopática como en la “alternativa”. Un examen detallado de las constituciones psicológicas, físicas y mentales, la lectura del pulso y la observación y examen del cuerpo, llevaron al Doctor Narayanan a plantear una hoja de ruta para mi tratamiento. Al doctor no le importó el nombre con el que etiquetar mi malestar; su intención es restaurar el desequilibrio que la creó, sin interferir en el proceso de la enfermedad directamente, sino fortaleciendo y activando los propios mecanismos para revertir el proceso de enfermedad.

El arte de leer el pulso

Debe ser media mañana y Deelep Kumar, un joven y despierto doctor con una empatía que agradezco, llama a la puerta. Me asombra cómo puede leerme a través del pulso. Me explica que lo hace para comprender el “pulso” de esa energía vital que llamamos prana. Los cambios más mínimos que se dan en el cuerpo antes de que la enfermedad aparezca pueden ser detectados a través de esta lectura ayurvédica del pulso.

A través del sistema nervioso, el corazón responde a los cambios en el resto del cuerpo. Ese minúsculo cambio en el latir del corazón, que refleja cambios sistémicos en el estado de la persona, es en lo que está interesado un médico ayurveda. Leer el pulso es más un arte que una ciencia que requiere años de entrenamiento y una mente meditativa. “Y un corazón despierto” añade Deelep. Un afinamiento muy sútil, una amplificación de la facultad de la sensación táctil hasta la perfección.

El cuerpo físico está construido por siete tejidos o estructuras de soporte llamadas dhatus: plasma nutriente, sangre, tejido muscular, tejido adiposo, huesos, médula y tejido reproductivo. Continuamente se están construyendo y destruyendo mediante la interacción de los cinco elementos y a través de los alimentos que ingerimos. Las fuerzas que mantienen en equilibrio esos procesos son llamadas dhosas. Kapha representa el proceso de construcción y de almacenaje de la energía en la forma de la materia. Vata representa el proceso de destrucción y de uso de la materia en la forma de energía. Pitta representa la transformación de la materia en energía y viceversa. Un equilibrio entre ellas significa Salud. En cada individuo, su estado ideal supone una predominancia de unas dhosas debido al mapa genético que se determinó en el momento de la concepción. Algunos individuos tienden a preservar más de lo que gastan (los tipo Kapha). Otros usan más energía de la que almacenan (Vata). Y otros son más flexibles y pueden transformar la materia y la energía, tendiendo al dinamismo (Pitta). Las dhosas se combinan originando siete constituciones: tres de constitución predominante, tres de predominancia dual y una curiosa en la que se da un balance equitativo de las Vata, Pitta y Kapha.

La meditación es el destino final

Verdaderamente este lugar es una invitación a la limpieza física y también mental y energética. Tengo tiempo para charlar con Prátima, que llegó de Bengala. Entre risas y visitas vespertinas de los doctores, me invita a entender que el mundo es experimentado a través de tres niveles: sensual, mental y supramental, y que la realidad no es más que el resultado de esta perspectiva tridimensional. En el nivel físico, el mundo es un constante flujo de materia y energía, sujeto pues al cambio permanente y, por lo tanto, el menos estable. En el nivel mental también encontramos bastante inestabilidad, aunque los pensamientos y los recuerdos sobreviven a nuestro nivel sensual. Y el mundo espiritual, que es experimentado en estados elevados de conciencia, es el cimiento más estable para todas nuestras experiencias. Por eso, meditar es uno de los hábitos más saludables a nivel preventivo y terapéutico. La meditación no es más que el escenario avanzado de yoga a través del cual la mente vuelve su mirada hacia el Ser. El yoga vigoriza la Vida con estados más elevados de salud, y la Meditación vigoriza la mente conduciéndola hacia la felicidad y la bendición espiritual. Una sigue a la otra.

Ayurveda es el fundamento; yoga es el trampolín y la meditación es el destino final.
Cuando enfermamos, queremos averiguar lo que está yendo mal dentro de nosotros, queremos encontrar un culpable, algo donde depositar el peso de nuestra razón. Afortunadamente, el Ayurveda nos muestra un ejercicio altamente liberador: enfocarnos en qué está haciendo nuestro cuerpo para corregirse. Y ahí es justo donde el tratamiento tiene su gran objetivo: ayudar al cuerpo a corregirlo por sí mismo. Un lindo acompañamiento, ¿verdad?
Personas diferentes pueden padecer el mismo desequilibrio, pero su respuesta al mismo puede variar. Por eso, cada tratamiento ayurvédico es individualizado y personalizado, y toma su tiempo: el necesario para que el cuerpo se ponga en marcha y revierta la enfermedad en salud. Cuando llegué aquí reconozco que me asustó la idea de permanecer más de cuatro semanas en este lugar. “Vienes desde España con unos síntomas que duran más de ocho años, ¿y pretendes curarte en pocos días?” El Doctor Narayanan fue muy claro, y la atención, la profesionalidad y el cariño constante de todo el personal, convierten mi tratamiento en una odisea maravillosa hacia la salud, la reflexión, el conocimiento y el auto-conocimiento, la alegría y el coraje.

Cuando se rompe el equilibrio

Cuántas veces nos hemos preguntado: ¿por qué me pasa ésto? ¿Por qué he enfermado? Hay tantas razones para que la enfermedad se manifieste… En la raíz de la mayoría de enfermedades está el pensamiento equivocado. Los pensamientos erróneos nos llevan a adoptar hábitos insanos que nos hacen susceptibles a la enfermedad. La emoción es también una consecuencia de ese pensamiento. Por supuesto también hay razones genéticas. El Ayurveda, hace ya cientos de años, fue una de las primeras ciencias médicas en descubrir que hay un factor genético en la enfermedad. Hay patologías que se desarrollan debido a condiciones desfavorables durante el embarazo, a las influencias del ambiente, la dieta… Y sin embargo, todo ello puede no causar una enfermedad, ya que el individuo y su entorno están en una constante interacción, y el cuerpo tiende a resistirse a la enfermedad en un intento contínuo por restaurar la normalidad cuando se siente amenazado. Es cuando este mecanismo falla que la enfermedad se manifiesta.
En Ayurveda, es la rotura del equilibrio de las doshas lo que hace que el cuerpo sea incapaz de sobrellevar el stress.
Le pregunto a Ram Manohar, director de investigación, cómo ayuda el médico de Ayurveda al paciente que llega identificándose con su cuerpo, sus emociones (lo que la mayoría de nosotros hacemos), a ir más allá de esa ilusión: “Es muy difícil transcender el cuerpo, las emociones o la mente cuando estamos afligidos y enfermos. Es importante abordar la enfermedad en el nivel en que se está manifestando. A medida que el tratamiento avanza y el paciente comienza a mejorar, es guiado y acompañado en esa mirada más objetiva hacia la situación en la que se encuentra, tomando distancia de las falsas identificaciones”. Es gratificante experimentar cómo los médicos ayurvédicos tratan de nadar en las profundidades de la personalidad del paciente y lentamente invitan al cambio desde dentro. Por eso, las relaciones que mantengo y que observo a mi alrededor entre paciente y médico son cercanas y amorosas. Todo lo más alejado de algo mecánico, donde nada acaba tras la prescripción del tratamiento. De hecho es esa profunda interacción la que causa un precioso y fuerte impacto en la personalidad de quienes estamos aquí alojados (decir ingresados se me antoja extraño), y es así como el cambio interno se produce de una manera sutil, y casi diría milagrosa… Como dice un clásico texto de Ayurveda, el médico supremo es aquel que también es un psicólogo y un sanador espiritual.

A medida que va avanzando el tratamiento voy descubriendo algo que cambiará mi Vida de una manera maravillosa. Para todos los doctores y practicantes de Ayurveda hay algo muy básico que subyace en el proceso de sanación y de prevención: los hábitos de Vida. La perdición de la vida moderna es su mentalidad errónea que nos aleja del equilibrio fundamental de la naturaleza; nuestros patrones de sueño, el confinamiento en edificaciones cerradas, el consumo de comidas procesadas y artificiales, la exposición a un aire cargado de contaminantes y un nivel de stress mental y físico que va destruyendo nuestro sistema inmune, haciéndolo más susceptible a todo tipo de enfermedades.
Por eso, si aprendemos a relajarnos y a encontrar un espacio de calma en nuestro interior, la mitad de los problemas de la humanidad estarán resueltos. ¿Y la otra mitad? Adoptando un estilo de vida que esté de acuerdo con el ritmo armónico de la naturaleza y de su propia constitución.

Ayurveda es un camino y un compromiso. Un sendero hacia el conocimiento de la naturaleza más auténtica de uno mismo. Un compromiso con la transformación personal a través de la reflexión y la comprensión,  de los hábitos saludables, permitiendo que tu propio aroma irradie y atraiga lo mejor de la Vida.
…Y sentada, observando cómo se sucede la Vida en este lugar de India, me doy cuenta de que no hay ningún destino al que llegar corriendo. Basta con permanecer en silencio y consciente… y la Vida se expande como la más bella flor.

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