viernes, 18 de noviembre de 2011

El sabor es para el cuerpo, lo que la emoción es para la mente



Por Robert Svoboda

Uno puede mantener el equilibrio entre los seis sabores mientras no se empeñe en el uso excesivo de uno o más de ellos. Los efectos del uso excesivo de cada sabor concreto incluyen:
  • Dulce: Obesidad, diabetes, hidropesía, parásitos, obstrucción circulatoria, inflamación ocular, indigestión, vómito, gases, letargo, congestión respiratoria y otros transtornos del tipo kapha.
  • Agrio: Sensaciones de ardor, picores, mareos, envejecimiento prematuro, falta de firmeza corporal y supuración.
  • Salado: inflamación, edema, propensión a las hemorragias, enfermedades cutáneas incluidas herpes y urticaria, enfermedades articulares, impotencia, arrugas y calvície prematura.
  • Picante: Dolor, vértigo, pérdida de conciencia, sequedad de boca, temblores, debilidad, emaciación, sensaciones de ardor, fiebre, aumento de la sed, agotamiento de las secreciones sexuales.
  • Amargo: Todas las enfermedades vata incluidas entumecimiento, emaciación, dolor punzante, terebrante o cólico, mareo, dolor de cabeza, anquilosamiento, temblores y disminución de las secreciones sexuales.
  • Astringente: Todo tipo de transtornos vata incluidos temblores, ataques, estreñimiento, sequedad corporal, distensión, hormigueo, emaciación, sed y disminución de las secreciones sexuales.
El salado es sabor más importante para el control de vata porque es pesado, oleoso y calorífico, y mejora la digestión. Luego viene el agrio y después el dulce.
El amargo es el mejor sabor para tratar pitta porque es refrescante y secante. A continuación va el dulce y después el astringente.
El picante es el mejor sabor para controlar kapha porque es calorífico, ligero y seco y limpia el cuerpo de secreciones. Luego viene el amargo y después el astringente.

La intensidad de los sabores en un alimento determina sus efectos sobre los doshas.
Dos de las primeras manifestaciones físicas de alteración de los tejidos corporales son la confusión de un sabor con otro y la incapacidad para percibir sabor alguno. Ambos transtornos se derivan normalmente de un uso excesivo de uno o más sabores. Este embotamiento del sentido del gusto dificulta al cerebro el preparar adecuadamente el cuerpo para la comida que entra, lo que impide una digestión correcta.

Los seis sabores son incluso más importantes para la mente que de lo que lo son para el cuerpo, por la apetencia que tiene la mente de estímulo sensorial. Hay dos grupos de sentidos: los cinco sentidos de la percepción, que todos conocemos bien, y los cinco sentidos de la acción, que son la voz, las manos, los pies, los órganos genitales y el ano. Cada sentido de percepción es un canal a través del cual la mente va hacia el objeto sensorial, lo percibe y regresa a procesar su percepción. Cada sentido de la acción es un canal en el cual se introduce la mente para expresarse proyectando su personalidad hacia el mundo exterior y a través del cual regresa de nuevo una vez concluida su expresión.

Como cualquier otro canal, los canales sensoriales padecen enfermedades: pueden estar o muy dilatados o muy constreñidos. El uso excesivo de un órgano sensorial sobredilata su canal, debilitando de tal modo ese sentido, que la mente deja de obtener placer alguno con su uso. La falta de uso de un sentido constriñe el canal de su órgano sensorial, que a su vez reduce la capacidad de la mente para disfrutar por ese camino. Un canal excesivamente dilatado proporciona demasiado éter para que el aire circule correctamente por él; un canal constreñido en exceso es un obstáculo para el libre movimiento del aire. Uso excesivo, falta de uso, mal uso y abuso son considerados conjuntamente en ayurveda como una de las tres causas principales de enfermedad humana.

Emociones predominantes

De entre los múltiples factores que influyen en la dilatación y el constreñimiento de los canales sensoriales, el sabor y la emoción son probablemente los más importantes. El término sánscrito "rasa" significa, entre otras cosas, tanto "sabor" como "emoción". Ello sugiere, según las convenciones de la gramática sánscrita,  que el sabor y la emoción son fuerzas idénticas en planos distintos de existencia. De hecho, el sabor es para el cuerpo lo que la emoción es para la mente. Una emoción en la mente tiende a producir en el cuerpo su sabor correspondiente, como la ingestión de un sabor específico tiende a crear en la mente una emoción correspondiente. Las actitudes y emociones predominantes asociadas a los sabores son:
  • Dulce: satisfacción o saciedad (el "dulce" sabor del éxito). El exceso de dulce trae consigo sus aspectos negativos: la autocomplacencia y la glotonería.
  • Agrio: La búsqueda fuera de uno mismo de cosas que poseer. El agrio provoca la valoración de algo para determinar su atractivo, lo que acrecienta de manera selectiva determinadas apetencias. El exceso de valoración conduce a la envidia o los celos, que pueden manifestarse en forma de desprecio hacia la cosa deseada, como en el síndrome de las "uvas verdes".
  • Salado: gusto por la vida que aumenta todos los apetitos. El exceso de gusto lleva al hedonismo, el ansia de complacencia en todos los placeres sensoriales que el cuerpo pueda obtener físicamente, como le ocurre a un  "lobo de mar" (old salt en inglés) cuando regresa a puerto tras una larga travesía.
  • Picante: Extraversión, la tendencia a la excitación y la estimulación y especialmente el ansia de intensidad. El exceso de excitación y estimulación lleva a la irritabilidad, la impacienci y la ira ("picarse uno").
  • Amargo: Insatisfacción, lo que provoca un deseo de cambio. Cuando hemos de tragarnos una "píldora amarga", su amargor disipa la ilusión y nos obliga a afrontar la realidad. Demasiada desilusión lleva a la fustración, que confirma al sistema en la amargura. La pena también es amarga.
  • Astringente: Introversión, la tendencia a alejarse de la excitación y de la estimulación. La introversión excesiva conduce a la inseguridad, la ansiedad y el miedo. La astringencia provoca contracción, lo que nos hace "arrugarnos" y nos pone alrededor del cuello "la fría y huesuda mano del miedo".
El amargo, el picante y el astringente incrementan vata y reducen kapha. Su ligereza disminuye el deseo de permanecer conectado al cuerpo y dificulta que la personalidad se identifique con el cuerpo aún en el caso de querer seguir haciéndolo. El dulce, el agrio y el salado incrementan kapha y reducen vata.  Su pesadez realza tanto la capacidad para identificarse con el cuerpo como el interés por hacerlo. Todos somos víctimas de nuestros sabores y emociones.
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El Ayurveda nos enseña que, en pequeñas dosis, el amargo es un tónico para el apetito y la digestión.

Extracto del libro: "Ayurveda,  descubrir la propia constitución, vivir según ella y prevenir o curar enfermedades" (Robert Svoboda)


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