La especia del clavo tiene propiedades caloríficas, antibacterianas y antisépticas. Esta planta alivia el dolor, reduce las náuseas`y previene o alivia los vómitos. Combate y neutraliza las bacterias patógenas y previene la infección. Suele utilizarse como analgésico tópico para dientes y encías. Masticar un clavo después de las comidas ayuda a aliviar el mal aliento.
El clavo tiene un gran valor preventivo frente a diversos transtornos. Frena, por ejemplo, la aglomeración de plaquetas de la sangre, un fenómeno asociado a las enfermedades cardiovasculares. Esta especia contiene aceites volátiles y esenciales que ayudan a digerir los alimentos y alivian las molestias causadas por los gases y las inflamaciónes, estimula el persitaltismo. Su efecto astringente ayuda a controlar las hemorragias.
Además, el clavo contribuye a desprender las flemas del tracto respiratorio. También estimula la irrigación sanguínea de la piel, causando un enrojecimiento localizado. Para las personas que se enfrían fácilmente, esta hierba aumenta el calor interior, disipa el frío del cuerpo y fortalece el metabolismo y la circulación. El clavo potencia las funciones gástricas y restaura, nutre y ayuda a todo el organismo, ejerce un suave efecto fortalecedor en todo el cuerpo. Además, el clavo expulsa o repele las lombrices intestinales.
Uno de los efectos más prometedores del clavo proviene de su capacidad para reducir el colesterol. Si se ponen cada día en remojo durante un mes seis clavos en medio vaso de agua durante toda la noche y se retiran por la mañana con la ayuda de una cuchara o tenedor y se bebe esa agua, es muy probable que se restablezcan los adecuados niveles de colesterol en el organismo.
Fuente: "Los secretos eternos de la salud" (Andreas Moritz)
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